lunes, 11 de enero de 2010

Cuento: Sueño Americano.

Sueño americano.

Lo más probable que es ella haya mirado mi rostro desde el cielo ¡Sin ser pesimista! Y no me molestaría si yo le acompañase, ahora también me lanzarán piedras y tendré el infortunio de vivir para contarlo, aunque no sé por cuantos días o meses, si es que la enfermedad no me esfuma antes de tiempo. O si todavía vive, está muy débil como para caminar y daría lo mismo cualquier cosa que hiciese.

Yo era gordo, muy gordo, una pelota de playa dentro de un vaso cuando iba en carro. Mi mamá no tanto, yo parecía un muro negador de radiación -sólo en ancho- en símil con ella. Ya no quiero entrar en detalles físicos, me agujerearía a mí mismo de sólo recordar el pasado con lo ahora, con el ya. Pero si debo hacerle mención de la mejor manera, diré que cada estrella es única en su especie, y ella, la más brillante, aunque a veces me comporte mal.

Accidente. Uiiiiiiiiiiiiiiuiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii. Ambulancia. Personas. Batas. Heridas. Coche. Impacto. Llanto. Urgencia. Multa. Cárcel. Culpable. Sangre. Mucha. Bastante. Demasiada. Unidades. Sangre. Bolsa. Cinco. Hospital. Cirugía. Camilla. Diagnóstico. Radiografías. Donación. Rhesus. Existente. Anestesia. Lágrimas. Volverás. Hijo. Dolor. Despedida. Inútil. Éxito. Todo. Genial. Curado. Débil. Feliz. Mes.

Volví a estudiar luego de un lapso considerable. Pero más feliz yo estuve cuando mis compañeros un recibimiento darme esperaban, y de ellos, uno escrito había en la clase todo el tiempo que ausente estuve yo. En demasía feliz sentime como nunca, como ser un ladrillo dentro de una pared, estructura particular, do uno es masa y la masa es uno. Sólo hacer la tarea hacer debía, sencillo era todo eso, bastábame conocer el abc de lo bueno…

Pero ¿Quién me diría que son las operaciones quirúrgicas más peligrosas que el mismo accidente? Si bien es cierto que adelgacé, volví a adelgazar más de lo demás, el achú se hacía más poderoso, y si comía helado, una lluvia de impacto bacteriológico me atacaba despiadadamente. Mi madre decía que debía comer más brócoli y menos hamburguesas, que no quería que engordase o volvería a ser el más lento de la clase, o sea ¿Qué? Ella ve que estoy hecho un palo y ¿Me dice que no engorde? Eso es más que demasiado, es un ultraje a mi gordura, o mejor dicho, es una ofensa a la enfermedad que me mata, aunque no sé cual es. Tal vez es un castigo que Dios me ha dado por tener una madre comunista, que quiere que aprenda a leer a un Althusser, a Adorno y- sobre todas las cosas- a Marx.

Al tacho aquellas mujercitas que permiten leer a su hijo Superman y cualquier otra estupidez, son mensajes anticomunistas, hacen creer- del modo más subjetivo- que los comunistas son malos, malos malísimos. Dicen que Mao es el demonio en persona, y cuando les pregunto ¿quién es Mao? Ellas dicen ¡Es un hombre que mata campesinos porque se le da la gana! No saben quien es y hablan como si supiesen su biografía, es que Mao es Mao, pero no saben que hizo la Gran Marcha… no, ya no quiero perder el tiempo con esas cabezas huecas, me debo preocupar por mi hijo, se ha vuelto flacucho a más no poder, si yo le veía rollizo, ahora parece palito de mondadientes. Bueno, también se ha enfermado, siempre ha sido enfermizo, pero esta vez se ha hecho muy común. Ya le prohibí jugar en la calle, comer helados y caminar con los pies descalzos ¡Y nada! No es que no me haya obedecido, sino que parece que es insuficiente, debe ser el frío.

O tal vez no, tal vez se siente triste -algo que yo considero un factor indispensable en la cura de la persona, ocasionándole una baja defensa- porque tengo a Charltz Ouvenhammer como segundo esposo. Josh no tolera que su padrastro viva con nosotros. Cuando se pone a dar alaridos porque no le simpatiza, me vuelvo contra él y le doy de alma ¡Qué atrevido! No puedo perdonar que me haga esto. Es bueno, inteligente, se sabe El Manual del Guerrillero, lee a Chomsky, Baudrillard, Sartre, Kierkegaard, Guevara, pero Josh no siente simpatía por él. También permite que trabaje- ¡Y mira! Que no hay muchos esposos que permiten que sus mujeres trabajen- ya que sentimos la necesidad de pagar nuestros tributos, los muy altos… maldito país, no quiere que sepamos la verdad de la verdad. Nos dicen muchas cosas, pero este país se mete en líos, y líos de los grandes, de los que nunca nos libraremos de seguir en este sendero sanguinolento.

- Ya viene tu papá, salúdale y dale un abrazo- musitó la madre, quien cortaba zanahorias rápidamente, Josh miró la ventana con cortinas azules y se alejó de la sala.
- No quiero- replicó mientras caminaba hacia su cuarto, ella dejó de cortar las zanahorias y se dirigió a la recámara de su hijo.
- ¿Por qué?- preguntó, Josh sintió el aroma de la zanahoria, aroma que detestaba porque su madre sólo cocinaba zanahorias desde que su padrastro vivía dentro de la casa, corrió hacia la sala y se sentó sobre el sofá.
- Porque él no es papá- respondió Josh, su madre se detuvo y contó del uno a diez, parecía que perdía alguna cólera que guardaba.
- Vamos… no creo que uno se sienta bien si tratas así a tu papá- habló, se sentó cerca de su hijo y le miró los llorosos ojos.
- ¡EL NO ES MI PAPÁ!- vociferó Josh mientras se alejaba del sofá.
- Le saludarás con el respeto que se merece- volvió a musitar, pero en su voz se sentía la rabia- y si no lo hicieses, piensa en otro lugar a donde vivir, este país me aburre, no sé las razones por las que soy una norteamericana- añadió furibundamente.
- Vete, pues- dijo Josh desdeñosamente, y cuando su madre estaba a punto de darle un bofetón, Charltz entra.
- Hola Josh- saludó Charltz, quien intentó abrazar a su hijo, pero éste se alejó- hola amor- saludó a su esposa, quien le besó en la boca.
- ¡Amor! ¿Cómo te ha ido en el trabajo?- preguntó mientras se acercaba a la cocina y volvía a cortar zanahorias.
- Fatal, ya sabes como son los capitalistas, les gusta recortar trabajadores cuando sienten vomitar- respondió, caminó hacia donde estaba su esposa y le abrazó por detrás.
- ¿Te despidieron?- volvió a preguntar antes de recibir otro beso.
- No, todavía…- volvió a responder pesimistamente, se acercó hacia su maleta, la que dejó sobre el sofá, y leyó mentalmente algunas palabras.
- ¿Cómo que todavía?- preguntó indignadamente.
- Te diré que…- confesó Charltz, y cuando vio el bulto que caminaba, se dio cuenta que su hijo fue ignorado- Josh, hijo mío ¡dale un abrazo a tu papá!
- ¡YO NO SOY TU HIJO!- gritó Josh mientras su rostro perdía alguna expresión gestual humana, su madre se acercó hacia Josh y apretó su muñeca.
- Josh, no trates así a tu papá- le reprochó mientras le zarandeaba, Josh comenzó a respirar irregularmente.
- ¡ÉL NO ES MI PAPÁ! VETE DE AQUÍ- gritó Josh mientras señalaba a su padrastro, quien revisaba más hojas sueltas. Josh creyó oír el plañir de su padrastro.
- Autocritícate- ordenole mientras su rostro se tornaba rojizo, Josh desvió su mirada y suspiró.
- No lo haré- musitó mientras sentía la fuerza de su madre.
- Autocritícate- volvió a ordenarle mientras el pollo parecía quemarse, Charltz se dirigió hacia la cocina y movió al pollo.
- Bien, yo actué de mala manera- dijo Josh resignadamente, su madre asintió.
- Prosigue- le dijo, el rostro de Josh se tornaba tan rojizo como la carne cruda.
- Fui mal hijo y no debo comportarme así- volvió a hablar mientras sentía un nudo dentro de la garganta.
- Casi- añadió su madre.
- Pero le odio porque me obligan a llamarle papá, y el nunca será papá- gritó ásperamente mientras se zafaba de la mano de su madre, desde la cocina se oía la ebullición del aceite.
- Ah, no, te irás a tu recámara, y no saldrás de allí hasta que te avise- vociferó iracundamente, agarró la mano de su hijo y le llevó hacia su cuarto, cerró la puerta y activó la cerradura que impediría la salida de su hijo.
- Pero…- gritó Josh mientras golpeaba la puerta.
- Cállate ya- dijo su madre desesperadamente, respiró varias veces y suspiró para que no llorase- oh, lo siento, todavía no se adapta a tu presencia, y no entiendo, algo debe molestarle, o tal vez es capricho- añadió mientras sentía las manos de su esposo.
- ¿Salimos? debo hablar contigo de algo muy importante, pero creo que Josh no debe saberlo- comentó Charltz luego de besar la nuca de su esposa, los dos salieron luego de ver (y oler) un pollo ya quemado.

Caminamos lentamente, parecía un sueño con cada paso, pero la mirada de mi esposo me decía más que el despido masivo, no ¿Qué sería? Tal vez acabaríamos en las reflexiones donde el comunista trabaja para el capitalista porque puede pagar sus deudas si sigue avanzando de nivel, aun a costa de tu libertad, con el fin de tener suficiente dinero para fundar tu diario de oposición e incitar a los trabajadores para que dejen esa ruta tan manchada.

- Toda la semana habrá despidos masivos, la empresa dice que estará en quiebra si no conserva a los mejores y si no trabajan como debe ser.
- Malditos perros golosos.
- Yo espero que todo nos vaya bien, nada más.
- Charltz, no te preocupes por ello, sabes que siempre hay esperanzas, si me esfuerzo más, no me importa si los empresaurios me torturan con más horas, podremos ganar suficiente dinero para vivir cómodamente, al menos Josh no tendrá preocupaciones.
- Te prometo que iremos a China para el siguiente año.
- ¿De verdad?
- Y quisiese cargar a alguien más entre mis brazos ¿qué opinas?
- Cuando Josh duerma.

Si mi papá me enseñó algo, es que las mujeres son descartables. En mi casa tenía una buhardilla donde nosotros- es decir, mis hermanos y yo- dormíamos ya que mi papá rentaba las habitaciones para que el globo inflado no nos golpee con fuerza. Él tenía el acceso a toda la casa, excepto en las alquiladas habitaciones. De vez en cuando venía, sólo cuando recordaba que nos debía alimentar o cuando nos decía que era momento de trabajar.

Tenía ocho hermanos- eso sí, mi papá nos daba de comer cualquier hermana cuando conseguía una nueva esposa, la que era asesinada por él tarde o temprano- quienes se peleaban por la frazada, la única que podía protegernos del frío en esta temporada tan gélida- y álgida, económicamente hablando- donde los rusos podían rellenar una casa con andantes plomos. La frazada era tan pequeña que no podía cubrir el cuerpo de alguien, ni siquiera de Pamuk, quien nos ocasionaba problemas cuando bebía agua por montones… ¡Y qué decir de los hedores que nos intoxicaban momentáneamente! Los juguetes que nuestro tío, antes de meterse dentro de las filas del furibundo antisemita, nos regalaba casi todo el tiempo, acabaron vendidos por nosotros mismos cuando mi papá nos decía que era hora de trabajar. Recuerdo que lloré…

Y cuando las armas se acercaban, muchas casas fueron saqueadas, que si no destruyeron algunas- entre ellas, la mía- fue por suerte, suerte de primera, suerte que comenzó a desaparecer con el desabastecimiento de alimentos, asesinatos y otros juegos peligrosos. A ver si mi papá podía decirme ¡Compra tal y cual cosa! Los inquilinos desaparecían y las casas se volvían inhabitadas. Y nosotros las habitamos mientras jugábamos, creo que ni nos importaba papá porque pasaba todo el tiempo murmurando palabras raras e irrepetibles, palabras que no parecían provenir de la fonética humana, o también cagaba y rodaba sobre su mierda, parecía estar- no diré que loco, no lo creo del todo- hallando el significado de ser miserable para poder prepararse para cosas peores ¡Y sí que las hubo! Pero los asesinados ya no ven- o viven- las peores cosas que la vida puede ofrecer, porque- y eso lo sospecho de todo corazón- si mi papá hubiese visto lo que nosotros vivimos, tendríamos que hidratar sus ojos para que no sangren por la fricción que causa el agotamiento del mágico lubricante que nuestros ojos nos ofrecen con cada parpadeo.

Intentamos huir del ataque de un grupo de soldados que decían jugar- o eso debo sospechar por la sonrisa que mantenían- pero ¡Yo no sé que juego es aquel donde hay mucho dolor por parte de uno! Que los fusiles, que los disparos, que me caes mal, que eres ruso, que no te entiendo algo, que tu apestas a mujer, que mataste a mi hermano, que me disparaste en el pecho, que más tanques llegan, que la armada alemana- o lo que queda- ataca sin cesar, que casi todos huyen, que mis hermanos son rehenes, que destruyen el tanque con todo y soldados, hermanos incluidos, que ahora no hay inicio para mí, sino fin, pero el fin eterno, la compañía de tu sombra, el perro que agoniza con los venenos, el ventarrón que reduce tu capacidad de supervivencia, los que quedan jugando a tu alrededor, un charco de sangre y la odiada agonía que no quiere dar paso a la muerte, los jóvenes de la no se qué, los médicos de trasplantes venosos judaicos hicieron algo conmigo, tal vez para enmendar- aunque ya nunca más pudiesen siquiera mirar algún destello del paraíso- su error. Me dolió recuperarme, y también esperé bastante tiempo para ello.

Ya soy incapaz de recordar los lugares por donde pasé antes del ataque, pero veo los lindos restos de un muro lleno de consignas, el cadáver de un soldado torturado dentro del vecindario- un vecindario que perdió territorio- mío. El horror que no se imprimió en nuestra mente, sino en nuestra existencia, más allá de la vida, de las vidas que uno podría tener, voz de un muerto viviente, o la un vivo que anhela- como si lo anterior nunca importó- la muerte y la supresión de cualquier castigo por renegar de la vida propia.

Al grano, me hice alumno de un pintor muy talentoso y poco famoso, quien tenía una ceguera total, pero ese no era obstáculo para que siguiese dibujando y pintando ¡Y no es cosa de juego decir que uno pinta bien estando ciego! Para saber si alguien le estorba, golpea su bastón contra el suelo, luego me dice hasta donde debe avanzar… No es fraude, es verdad. Su madre le preparaba un desayuno- mendrugo y frutas de su huerto que defendió a punta de cacerolazos y el fusil de su hijo mayor- decente, mas decía que yo era un estorbo y no otra cosa.

Sigel tuvo un padre aficionado al arte, amaba tanto la pintura- eso me dice Sigel- que él nació con ese gusto. Su padre le compró varios lienzos en blanco para que practicase, y su esposa ¡Nos falta pan y tú te atreves a venir con esta porquería, lárgate y devuélvelo! Pero no es hombre débil ese, quien tiene una mano férrea en algún guante sedoso. Tampoco tuvo muchas ganas de aguantar las palabras necias, sin importar de quien viniese, y por eso él le rompió la nariz con un lienzo, y con la sangre que su esposa derramó sobre el lienzo, el padre siguió pintando y llegó a matizar la sangre, resaltándola increíblemente o Hematofilia.

Pero ¿Dónde entro yo aquí? Essibah es el hijo de mi abuela por parte de padre, o sea, es mi tío, y Sigel es mi primo, quien nunca dejaba su curiosidad en la nada, o sea preguntaba y preguntaba hasta el fin, y así supo quien era yo, nuestros familiares, los hijos que no eran de Essibah, pero que él les trataba tal cual. Pero Essibah está lejos, lejísimos, fuera de este mundo, se fue a otro ¿el cielo? No, a Estados Unidos, pero da lo mismo.

Sigel siguió pintando menos en lienzos y más en paredes derrumbadas, por eso casi siempre me llamaba Charltz vamos a tal lugar, necesito pintar y era cierto, necesitaba pintar, pero con el andar de los días, la pintura se redujo a plomo y a rojo cadmio, y en menores cantidades. Y de pronto el ah, no muchachito, ya estoy harto que zanganees aquí, así que te largas con tus pinturitas a otro lado, junto con el primo ese, o trabajas como Dios manda. No lo pensó dos veces, que ¿Qué hizo? se hizo un corte en la piel del dedo y comenzó a pintar un cuadro con el plomo y el rojo de su sangre, ignoró lo que su madre le dijo ¿No será difícil ignorar el llanto, los escobazos y la vapuleada? Sí que es difícil, pero seguir pintando a pesar de la falta de sangre, de la hemofilia, la salud endeble y una debilidad insuperable es más que valiente o tonto, tal vez ambas o unidas a la vez.

Cuando había muerto, su madre me gritaba y me masacraba ocioso asqueroso, debiste apoyarme para que no hiciese esa locura, mal nacido, lárgate de aquí, bastardo, mas recordé lo que Sigel me dijo y evoqué sus palabras tiene varios cuadros en la calle, podríamos venderlos ¿Qué? No podría ni comprar medio pan por todo esos garrapatos, él fue un infeliz que creía pintar ¿Eso es pintar? Lárgate con esas cosas, alejaos, maldito ser. Y bueno, órdenes son órdenes. Escudriñé la casa sonoramente mientras agarraba lo único que era mío: la fotografía de mi madrastra, mi tía, Sigel, mi tío y yo.

Sería más que latoso o divertido llegar a mencionar las mil y una cosas que hice para llegar al puesto más alto y hacerme un canciller a mi manera, un viajero que es títere de su azar, de su mente, el esclavo que siempre quise ser: ser amo y señor de sí mismo, el Don ¿Quién es? Para que yo mismo me reprochase de lo que mejor debía o no debía hacer. Estuve en la Unión Soviética, en Ceilán, en India… una mezcla de costumbres que casi me alteran, pero con una bolsa con monedas de varios países, mi facilidad para convencer a los demás y mi gran apetito me hicieron soportar las peores cosas entre los viajes. Y si algo no me faltó, fue una mujer, que ¿Si era racista? Nones, no es mi especialidad hacer eso, me es repugnante actuar así, ni que fuese una rata de dos patas, hijo del diablo y con complejos de inferioridad. Mujer es mujer, eso yo lo entiendo así, pero el cuerpo de cada mujer es único en su especie: en sus movimientos corporales, la forma de hacer el amor bajo determinada pose- si ella tenía imaginación- el olor que emanaba, la voz, los colores, cada cuerpo es un aroma diferente, por más… Por más… Lo cierto es que me acosté con tantas mujeres, y no sé si realmente fingieron los gemidos del placer o porque se comprometieron con una faena, coste cero, gratis hasta el fin… Y si alguien me dijese tendrás la sífilis, la no se qué, la tan… Sí, lo más probable es que haya pasado eso, pero siempre voy al hospital una vez por semana mientras mi cuerpo ya haya detectado quince cuerpos de diferentes religiones, castas, idiomas, edades y colores de piel.

No obstante, esa sensación de India me aburrió, Ceilán no me atrajo más, no, ya no era lo mismo, en la Unión Soviética aprendí varias cosas que ya no debo olvidar, o lo que debe ser mejor, debo aplicarlas, pero no en este país tan dividido por colores y sabores. Me hice de decenas de miles de rupias y emprendí el viaje.

Y luego de eso, quería saber a donde podía ir, si mi amada Alemania era la misma, que había pasado ¿qué había pasado? ahora hay un murito que dice ser el límite de dos países señor ¿qué país es este? Alemania Occidental ¿Occidental? Sí ¿Y el de allí? Alemania Oriental ¡No! ¡No! ¡No! ¡Y mil veces no! ¿Qué pasó mientras estaba fuera de aquí? Se separaron por no se qué causa ¡No! Mi eterna Alemania estaba seccionada como cualquier lord envenenado y que nadie sabe como murió antes de la necropsia. Me largué de mi Alemania seccionada hasta que volviese a estar unida, nunca más volveré a este lugar si no es para vivir por la eternidad, y sólo lo haré cuando mi país amado esté unido, no más ni menos. Ya tenía cuarenta años y no me percaté de eso.

Llegué a Estados Unidos porque… Porque ¿Qué debía hacer allí? Sí, debía espiar al país enemigo ¿Me mandan los soviéticos? Para nada, debo ver la realidad de un país, así no sea el mío, veo lo mejor y lo perfecciono hasta el fin, así que me quedaré aquí, ganaré más dinero mientras debo tener la conducta de alguien reprochable, malvado y sucio, pero sólo cometiendo un delito gravísimo sin dañar a las personas ni delatar los secretos de estado, así que actuaré como comunista, sí, ellos detestan a los comunistas, el ser uno de ellos ocasiona la ira de las masas ¿Por qué no? Pero si quiero trabajar, debo comportarme como yo mismo soy.

En suma, se comunista en tu casa y en tu vecindario, se capitalista fuera de ella, vamos a ver que resulta de todo esto, porque si no experimento la función de mis caretas, viviré preguntándome como habría sido sin las múltiples conductas.

La tos no me deja en paz, menos me dejó mi padrastro. Vaya tonto ¡Cree que será mi papá! Iluso, mi papá sólo es uno, un muerto que me ve. La primera vez que le vi fue en otoño, cuando volvía de clases… El llanto, la risa, el hedor humano, las palabras cariñosas, la frase maestra ¿Me quieres? Y el suspiro que conduce al sí, lo haré, la batalla ganada al cuerpo ajeno, las frases que ganaron más que en el terreno del respeto por el otro porque ya creían ser animales de poca monta, el ojo que parpadeó cerca de la cerradura mientras veía a mi madre tal cual: desprotegida y unida- como una brocheta- a la vez. El ataque placentero de alguien ajeno a la casa, a la vida misma. Mis movimientos nunca tuvieron sonido, por eso mi mamá nunca supo que entré o que le espié.

Ahora, mientras algo me succiona muchas cosas, tengo manchas rosadas, las malvadas manchas que me exiliaron de mi colegio posteriormente. Luego de ser operado, comencé a enfermarme varias veces, comía lo normal, pero bajé de peso, mi cuerpo se hizo casi un esqueleto y seguía enfermándome de todo. Mi mamá no se preocupó mucho por eso, eso me ponía de malas. Pero lo que más me ponía de malas fue que mi padrastro invadía la casa con sus humores ¡Al tacho si era cariñoso conmigo! Estaba herido de verle así, de creer que nadie debe invadir tu casa- órdenes de mamá- porque la casa es más que sagrada. Luego me quedé como muerto que apenas tiene un corazón… me enfermé totalmente, caminar ya era una tortura para mí, respirar era lo más pesado que podía realizar. Allí mi padrastro notó que estaba más que enfermo, por eso me llevaron al hospital a ver que tenía.

¡Que alguien asista a mi hijo! ¿Do está tu asistente? Doctor mentecato. Se muere enfermado de la nada, la nada le mata, que Sartre y Kierkegaard le salve. Digo que la enfermedad es maldita, hija de la… De la… ¿Qué puedo saber yo? me enfermo, él está enfermo, ahora estamos enfermos de no se qué. Los doctores me dicen una y otra cosa, que no comemos bien ¿cómo es posible si le alimento como debe ser? Y ¿la neumonía atípica? ¿Las enfermedades oportunistas? ¿Acaso no es una muestra de las defensas bajas? los leucocitos están en descenso agarré a mi hijo y salí del hospital con mi esposo, no toleraba tales insultos ¡Se cree un sabihondo! Esperpento, viejo infértil, cállate y siente la ira de una madre, la amargura de saber que su hijo se enferma de todo y por todo. Hice lo que conocía de medicina y traté de cuidarle, pero como yo también me enfermé, mi esposo tuvo que cuidarme con sopa de pollo y pastillas.

Lo más triste- si es que se puede decir eso cuando la ira, la desesperación, el horror y la tristeza se funden de la manera más trágica y cruel- fue cuando mi hijo regresó una hora después de haber salido de casa. Se veía como un maniquí famélico, y vi como algunas gotas caían de su rostro y manchaban la alfombra de mi casa. Charltz agarró su cuerpo y le cargó mientras lloraba y gritaba varias veces, no porque su padre le cargaba, sino porque alguien vio que su brazo tenía una mancha rosada, y el niño gritó tiene una mancha rosada, la profesora le miró y dijo que tiene la peste rosa, la peste rosa, y todos repitieron la peste rosa, y la voz se generalizó, el salón dejó de ser uno y el colegio se hizo el salón, y la peste rosa fue oída por todos, los mayores y los menores, casi nadie sabía que era eso, pero por la burla- desconociendo su significado real- todos se sumaron a la causa, y repetían ¡La peste rosa! En grupo se repitió eso hasta el cansancio, los mayores sospechaban de su significado y le siguieron. Le arrinconaron y le lanzaron piedras hasta dejarle extremadamente herido. Pobre Josh, pero verás que tu madre te defenderá a capa y espada de eso desgraciados, cerdos capitalistas, no creen en la comunidad y sólo usan esa palabras para impresionar a los electores.

Al día siguiente, llevé a mi hijo al colegio, entré al salón y le pedí explicaciones a la profesora de su error, ella se alejó de mí y me gritaba pecadora, nos está trayendo la maldición de Dios, aleje a su bestezuela de aquí y lárguese del pueblo, los pecadores morirán, y su hijo es uno de ellos, y los muchachos se quedaron callados, excepto Josh que lloraba por las frases difamatorias de esa puta. Hablé con el director, pero también decía la misma diatriba, que no se permitirá su estancia en este lugar decente ¡Decente! ¿Decente? ¿Do se halla la decencia en la violencia, la humillación y los insultos? Es mi hijo, no le pueden tratar como si fuese una bestia, y él me replicó ya lo es. Josh seguía llorando y yo me contenía para no hacerlo también además, es comunista, y ellos morirán porque están en contra de Dios, no creen en él y todos los comunistas serán borrados del mapa por los siglos de los siglos. Salimos del colegio mientras juraba y juraba que su Dios es malvado si todos son así como él.

Luego llegó la Gran Anti Marcha, o sea, los vecinos nos lanzaron piedras llamándonos pecadores, diablos con cara de humanos, bestias que nos han traído la desgracia a la tierra ¡Vi horror al comunismo! ¡Abajo el comunismo! seguro son homosexuales ¡Su hijo es el diablo, mátenle! Y huimos rápidamente, nuestra vida ya no era segura, para todos éramos de lo peor ¿De lo peor? No conozco algo tan temible como la mente humana.

Fuimos a una fuente de soda mientras mis esperanzas en volver a casa se reducían a una gran nada ¡A una gran nada! Como si me importase la privada propiedad. Pero era falso, no era comunista del todo, o a lo sumo, era una copia de comunista, una parodia, pero bien que sabía defender a los míos. Hice que Josh olvidase lo que pasó, le dije que veremos nuevos horizontes, que nos vendrá un mejor día, que sólo era pasajero, y él déjame o te morirás ¡No me importa si tú lo haces! Olvida las tonterías de la peste rosa ¿Es una invención de las palabras estadounidenses para engañar con odio? ¿O era una invención de los científicos para acabar con la sobrepoblación que se venía?

Fuese lo que fuese, a mí me importaba cuidar a mi hijo, nada más. Y cuando el trabajador vio a mi hijo- y por ello, tal vez habrá visto su mancha rosada- gritó peste rosa, la peste rosa. Tiró el dinero que le dimos, agarró el vaso en el que bebimos el jugo y lo lanzó lejos del establecimiento ¿Qué te pasa? Peste rosa, señor ¡Ellos tienen la peste rosa! A ver ¿Qué te hace creer eso? Mire ¿Eso? estás despedido, tu imprudencia nos puede llevar a la ruina ¡Pero señor! despedido, y discúlpate con estas personas ¿No sabes tener buenos modales? y ni creas pedir tu liquidación, vas a ver lo que significa sufrir de verdad, discúlpenle, está tan obsesionado con eso de la peste rosa que cree que todo el mundo la tiene, tonto… Y nadie habló, nadie hizo el clásico discurso de la injusticia, el capitalismo contra el oprimido ¿Pasado de moda? El hombre cayó de hinojos y le suplicó que no le despida, hará lo necesario para que no le despida porque su madre- la muy enferma- no quería verle como un hippie, a diferencia de muchos de sus antiguos amigos, que acabaron con su vida gracias a la rica Marie. Se movilizó hacia nosotros mientras se arrodillaba y nos pedía disculpas por la ofensa que había cometido, pero que no permitan su despido.

Seis treinta, nada nuevo…
… Los vecinos alarmaron a las otras vecindades, dicen que nos agarrarán a machetazos para acabar con nuestra vida.
… Algunos dicen que traerán al MS-13, exageración ¿No?...
Seis cincuenta y nueve…
Dormimos cerca de las vías del tren, no tenemos más dinero.
… Josh llora sin detenerse… y tiene razón.

Amanece… seis treinta.
… El ruido de la ciudad sustituyó el cantar de las aves.
Nos levantamos para buscar algún refugio donde estar, la policía ¿Sería buena opción ir allí? No tengo idea…
… Se calmó Josh, pero ya no sonríe. Le digo que mejoraremos, no contesta…
Atravesamos las calles… todo es normal… como si nada, la bulla clásica…
…Nueve de la mañana, nadita en nuestro estómago.
Veamos… F por ser mal padre, A+ por ser cruel y F/A por no responder como debe ser… me enloquezco y huyo para buscar un trabajo, ese es el mensaje que dejo mientras mi esposa trata de decirme algo, volveré cuando tenga dinero es lo que grito.
… Diez de la noche, volví para decirles que hallé trabajo. Sólo veo un rastro de sangre.

Una de la mañana… mi esposa amada, la única que me hacía sentir hombre, estaba muerta y con grasa amarillenta en su piel. No me contengo al llorar y mato el silencio, lo mato, le maté, le maté sin piedad, por mi culpa ella está muerta y sin posibilidad de verme… Le besé la mejilla mientras planificaba mi suicidio, no podía permitir que mi error le haya matado sin pagarlo yo mismo… y cuando pensaba en mandarme al mar, Josh, no podía abandonar a Josh, para nada, sería más que una cobardía. Debo buscar a Josh… La ciudad es tan grande que nadie sabría que pasó con él… Recé- si tenía que olvidarme del comunismo con tal que mi Josh viviese, maldeciría a Marx porque, lo admito, me adapté a su ideología- para hallarle sano y vivo, bueno, no tan sano porque no era posible que esté sano en su condición actual.

Cinco del amanecer…
… Por fortuna o por Dios, hallé a mi hijo, no sano, pero sí vivo…

Sentado sobre los restos de basura, bajo un puente en temible decadencia –augurio de que el imperio ha de caer, tarde o temprano – se apoyaba gracias a la pared férrea que tenía el puente, realmente estaba irreconocible.

La desesperación, el estrés para ser más exacto, me había quitado la habilidad para describir a mi hijo, o es que soy en extremo miope. O tal vez –y espero errar –nunca le quise, demostrando mi falsedad como padre interesado. Sus manos fungían ser arañas en pos de hacer telarañas, su rostro estaba ocupado ilegalmente de llagas, hechas por la peste. Su boca estaba mil veces peor, balbuceó cuando me vio, pero tuve que impedirle o sangraría, su respiración se hacía más débil, aunque intentaba resollar porque sentía que se ahogaba en un mar, y él estaba en las profundidades. Siguió balbuceando hasta que tosió fortísimamente y lanzó su saliva, y como acompañante un coágulo. Intenté levantarle, pero no me atreví porque su apariencia delicada no sólo le había hecho tal cual, sino tan frágil que si fue tan pequeño como para caber en mi boca, no necesitaría mis dientes ni mi lengua para deshacerse.

- Discúlpame.
- Olvídalo… no me importa si nos abandonaste, yo soy el culpable de esto.
- No es así, descansa, mañana trabajaré y necesitamos descansar lo más que se pueda.
- Papá, abrázame.

Un segundo después, no pude saber que pasó con él… Sospechaba que estaba muerto. Pero quise pensar que se durmió, que mi esposa también y que yo también lo haré. Hasta entonces, tenía que levantarme.

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