jueves, 26 de noviembre de 2009

Poemario: Xiacum, pueblo surrealista.

Por fin publico mi primer poemario (en la red, quiero decir) aquí. Los hice hace años, así que se encontrarán con una pobreza léxica.

Posdata: Excepción a lo dicho son los poema 1 y poema 36.

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Prólogo.

Sería tonto decir que no me he entrometido en la política o he baleado a varios personajes de mi tiempo- y que varios recordarán con cierta desazón, y que sólo se encuentran en Érase una vez en el universo, muchas personas se darán cuenta esa parte con Érase una vez, como los cuentos de hadas- con estos poemas que, tanto me agradan, aunque podría ser el festín de las críticas para quienes saben mil veces más que yo sobre poemas, tal vez sea laborioso pensar ¿quién es quien? en Érase una vez en el universo. En Laberintos de coherencia, nadie entenderá la razón por la que mezclo un tema con otro cerca de un poema, en Brumas ocurre lo mismo, el meter en un libro sólo un tema me parece fastidioso porque generaliza todo el tema en pocas palabras, cosa que- para mí esa idea- aborrezco. Se hallará un trampolín- creo yo- de ideas que divagan en ciertos versos, o al menos eso parece, y que, al final de cuentas, tiene una idea lógica en mi interior, algo así como una novela de misterios en cuanto a mi concepción del mundo y mis simplones símiles- aunque a veces, retorcidos.

En mi libro Un cisne con cadenas, se menciona a un personaje del futuro que deja este libro, el personaje evidentemente soy yo. La palabra surrealista- aunque creo que inmerecida en este libro- nace ya que en el libro mencionado, el pueblo representa un mundo pequeño de ensueños, una fantasía de la perfección, la inmortalidad ante el tiempo, el estancamiento de la vejez y el poder sobrehumano, y el personaje le dice al anciano- que el cuenta a su nieto, aunque esta pequeña parte no lo relato- que tienen derecho a ponerle el nombre que querían.

Primera parte: Érase una vez en el universo.

Poema I.

Érase una vez en el universo,
un hombre de gran porte, de
gran estómago y ensoberbecido.

De piernas largas y ensoberbecido
a más no poder, su dedo era lo más
sagrado, y su palabra era el dedo.

De vestidos ridículos, muy formal
que soporta el poder de las caretas
tan gracioso por dentro, es el amo,
tiene investidura.

Y se preguntan ¿por qué las
cosas salen tan mal? su ineficacia
es la culpable, es un tarado.

Poema II.

Érase una vez en el universo
un hombre muy convenido
que callaba lo que no debía.

La sotana era tan grande como
el gran cargo inmerecido, su
prístina labor fue olvidada.

Su alma pringosa es tapada por
su cargo, su seudo pique con la
maldad es su símbolo.

Y ante la matanza de los
malvados rendidos, su silencio
le valió su cargo honorable.

Poema III.

Érase una vez en el universo
unos grupos de personas que
se decían llamar cantantes.

Sus melodiosas voces eran
tan encantadoras cual dos llantos
de rapaces luego de una fútil riña.

Del centro de mi continente son,
iban con lo moderno, que una vez
perdió apogeo, y no sé cómo, renació.

Destrozan la lengua,
destrozan la imagen femenina
adiós a la música.

Poema IV.

Érase una vez en el universo
hombres dispuestos- y muy
irregulares- a la ayuda del coronado.

No se sabe si eran muy
hambrientos de poder, o su
buena intención, o su
idiotez, de ayudarle.

Cierto es que eran pocos,
pero eran. Batallaban contra
cielo y tierra, escándalo tras problema.

El poder lo tenían, los
más mirones tenían su
vergüenza y su boca en el bolsillo.

Controlaban cielo y tierra
la mente de algunos, y para
casi todos, su silencio.

Poema V.

Érase una vez en el universo
un grupete de hombres que
deseaban tener el cetro.

Mentían tanto que, si cada grano
de arena era una mentira, en vano
sería una competencia con el Sahara.

Como Mesmer, magnetizaban
las palabras y a las personas,
los más rudos les paliaron.

La carrera por la victoria era
sólo para uno, el más hábil
o el más mentiroso.

Y no importa cuantos
errores tenga un veterano,
sus palabras rompen el tiempo.

Poema VI.

Érase una vez en el universo
un cadete con órdenes de mandar
y su ego era tanto como su prepotencia.

Un hermano que balea en pro de la
libertad, con una faz que asociaba
a la beldad… tan complejo
de describir lo bello que carece.

Se distorsiona en tercera persona
cuando habla, no es malo, creo
que salió de un mundo de caricaturas.

BOOM, ya llegó con su ametralladora
y aplana a quien se le oponga en sus
ideales, tal vez vi el futuro de otro universo.

Pero su padrastro si hizo eso
en otra nación, conquista a punta
de metales semi arqueados con pólvora.

Poema VII.

Érase una vez en el universo
un hombre, súper necio y no
amante de la vida, sea humana u otra.

Decía blanco a la suciedad
y negro a la paz, lanzaba
órdenes desde el cuartel de
cinco lados, lleno de secretos.

Era sordo a las réplicas de
su gobierno, mudo ante las
cosas caóticas de sus sucias empresas.

Jugaba a ser el dios que
hacia lo que se le venga en
gana, se oponía a su pueblo.

Lo peor del caso es que
destruye lo que amamos,
pero él es el amo de la paradoja de la vida.

Poema VIII.

Érase una vez en el universo
un camaleón muy horrible,
asiático o americano, de vez en cuando.

Cuando sus párpados bajaban
se escudaba de la justicia, so
pretexto de no ser lo que aparentaba.

Cuando sus párpados subían,
decía que sus enemigos mortales
le mentían y le echaban al horno.

¿Cuál es la verdad? son tantas
veces el cambio de color que
no es lo que aparentaba ni lo que es.

Poema IX.

Érase una vez en el universo
un niño viejo, que quería su
merecido regalo, pero no le daban.

Casi lo cogía, con su sonrisa
falsa, y su gran poder literario
apenas llegaba a la luz.

Y en el silencio quedó, mas
no de sus compatriotas lectores,
quienes replicaban en vano.

Astro de la literatura peruana,
que fue rechazado dolorosamente,
y sus esfuerzos se hacen polvo en el horno.

















Poema X.

Érase una vez en el universo
una niña con la boca grande
y con los dientes amarillista.

Su invisible nariz de perico,
tal vez de tucán, es el símbolo
del lado oscuro del periodismo.

Hace trizas la vida ajena,
hace papilla el honor- tal vez
irreal- de la persona, y no le importa.

Sus espectáculos baratos
son la risa ajena, y el alimento
de los tarados que no viven.

Risas bajo las luces,
es enfocada bajo las cámara
y pésima es la acción.

Algo más, cree que es mala,
no lo es, porque hay que ser
mil veces malo para reconocer eso.

Poema XI.

Érase una vez en el universo
un grupo de directores que
fascinaron mi adolescencia con el realismo.

Sus obras son cual animal
muerto y despellejado, eso sí,
sin sazón y sin cocinar, muestran la realidad.

Un lienzo de lo peruano, lo cruel
y lo real, la miseria que todavía
vive acomodada en la infancia.

Empero ¿dónde están otra de
sus creaciones? me dejaron con
la desazón de repetir el plato.

Díganme pesimista, alocado, cruel,
loco, no me importa, extraño esas
obras, tan perfectas, tan buenas…

Poema XII.

Érase una vez en el universo
un grupo de directores tan
imbéciles que repiten el esqueleto.

La película es monótona,
el susto es irreal, las risas fingidas
todo es patético.

Y son los veteranos y críticos
quienes no se dejan llevar por
la corriente de lo moderno, tan simplón…

¿Dónde quedó lo bello
de las películas, la hermosura de
las sincronizaciones de los bailes?

Todo se ha devastado,
adiós a lo antiguo, lo que
nos muestran es un fiasco.

Poema XIII.

Érase una vez en el universo
un hombre muy glotón, tanto que
se comería una embarcación de pollos.

Un estómago tan delgado
como la injusticia en el mundo,
como los divorcios.

De retorcidas ideas sádicas,
bueno para nada, amante de la
literatura y de leer muchas cosas.

Un melindroso adolescente que
tiene complejo de Peter Pan,
o tal vez encadenado en el pasado.

Y es tan tarado que se delata
entre estos versos simplones
para experimentar sentimientos.

Poema XIV.

Érase una vez en el universo
un grupo de féminas que decían
ser muy inteligentes al ganar dinero.

¿Cuál es su vocación? dar vueltas en un
carrusel metafórico, donde las luces y las
cámaras disparan a su objetivo.

No deben ser muy gordas o no tendrán
su oportunidad, es extraño, yo creo que
se desprecian a sí mismas, necesitan la mirada ajena.

Tal vez es la forma más fácil
de ganar dinero, y lo que más se
aproxima a ser coimas.

Algo más, si tuviesen el cerebro
en el estómago, indudablemente
serían más delgadas.

Segunda Parte: El laberinto de la coherencia.

Poema XV.

Reúno, atrapo, capturo,
se me escapan de las manos
de mi frágil mente y de mis labios.

Llega la hora y me dicen adiós,
lástima para mí, iba a tener un
beneficio de haber capturado la idea.

Intento agarrar las piezas,
las intento meter a la fuerza,
pero no entran al molde de madera.

Poema XVI.

Risas son escuchadas en el salón
¿cuál es el motivo? no lo entiendo,
hay muertes, todo el suelo tiene muertos.

El llanto es opacado por la risa
que no es consoladora ¿qué nos
traerá en el futuro? tal vez decepción.

Las promesas salen desde este a
oeste ¿por qué tan rápido? no
es época de campañas electorales.

El responsable fuga, el más pequeño
debe liar con los deberes de los mayores
y el cielo se torna, engañosamente, de azul.

El futuro es más incierto como
el decir que todos los dardos caerán
a un punto en específico
y ser ciego e inexperto.

¿Dónde está el alcalde? vaga despreocupado
¿dónde están los donativos? son gastados por X
¿dónde están las esperanzas? aplastados con los muros
y los recuerdos de antaño.

Poema XVII.

Computadoras son sencillas
calculadoras, es que somos
bárbaros al hablar,
su nombre es ordenador.

Lapiceros son simplones
tapas de lapiceras, ya,
debemos ser de una tribu extraña.

Nuestros fólderes son
las carpetas que conocemos,
hemos pecado de ignorantes.

Y las carpetas que conocemos,
el nombre original es pupitre,
y con esto, espero que no olviden.

Poema XVIII.

Y me llega al alma
esa fotografía, con la palma
me recibió en ese lugar, mi alma…

Y los senderos que trazó,
con la maleza arrasó,
y mis sueños, ella, trazó.

Entre tantas envidiosas
rosas color de osas,
que perderán porque son sosas.

Voy a la morada de mi amada,
la de vestidos grecos, bienamada
mía, de ser ilusión, hazme una tumba alada.

Y si por mala suerte,
es esto una cosa irreal, quisiese verte
en un boceto hecho fotografía para verte
no como un dibujo, sino como un eterno sueño verde.

Poema XIX.

Hay una laaaaaaaaarga carretera
se viste de gala, y en cualquier
momento se baña de asfalto.

Son para correr, y nunca
esperan a los perezosos,
rompe con las ilusiones.

Muchos corren hacia la
laaaaaaaaarga carretera
y mueren de decepción.

Llega el sol, y las personas
que corren son quienes
mutaron en algo mejor,

Son felices y no tienen más
que lo que ellos decidieron
un futuro inesperado, pero feliz.

Poema XX.

Y no hay más piedad
para los poemas,
están regados por doquier,
y fenecen por el olvido.

Como los que viven en
África y no tienen algo
que morder, excepto su lengua.

Se quedan estancados en
los laberintosos santuarios
cuyos guardianes silenciosos
resguardan con mucho celo.

¿Cuál es el paraíso de los
poemas? aquella persona
que los lee y los comprende
e interpreta con mucha alegría.

¿Cuál es el infierno de los
poemas? ser recolectado y
etiquetado como un objeto
que será vendido y guardado sin leer.

¿Cuál es la tierra de los
poemas? el hogar del poeta
- así sea un pésimo poeta-
que los creó.

Poema XXI.

Va en el mar,
el palacio celestial
y sus perlas, en
la costa están.

El brillo del atardecer
lo hace tan paradisíaco
y a los ojos humanos, los
hace una tentación.

Nuestra esmeralda norteña,
inmortalizada por sus
cuadros edénicos, de la
naturaleza más la convivencia humana.

Y entre las colosales
casas de paso, los extranjeros
van de un lugar u otro, en
busca de lo que describo.

Poema XXII.

Hasta la más hermosa ciudad,
con sus modernizadas escuelas,
es horrible sin seguridad.

Mirad al occidente, no hay más
que un trabajo del hombre de la
generación de Unamuno.

Y la desesperación… tantas
quimeras se forman en mi mente
y en la realidad asaltan mis
esperanzas ¿pero las ajenas? también.

Mirad al oriente, se funde
el caos con las partículas y
el tinte eclesiástico, característica
que nos diferencia de los demás seres.

Mirad al Sur, desde el fin de lo malo
hasta el núcleo de lo malo, Mancora
se está pudriendo ¿y mi alma? tal vez
me haya contaminado de tanto asalto.

Poema XXIII.

¿Quién cuidará las playas
del néctar literario cuando
las generaciones vean a la
literatura como tema arqueológico?

Me pesa que no sea inmortal,
sin importar como quede, con tal
de preservar la literatura.

No bastará conmigo, hombre inepto
y que dícese llamar escritor,
para cuidar lo que en varios centenarios
se escribió para pensar, divertir, entretener…

Y los amantes del libro se
extinguen, no, no… los
enemigos del libro se
multiplican por doquier.

Y la pobreza de la educación es
un aliado de nuestro enemigo,
sin interés, todo es en vano…
el cuidar, el preservar.

¿Hay en la tierra una salida
para preservar la literatura
cuando los mejores- y yo no me incluyo-
puedan recitar su creación en el cielo?

Poema XXIV.

Enigmático, sorpresivo,
anda entre las sombras,
el universo, los amigos,
las reacciones inimaginables.

Va desde el sur hasta el norte,
desde el lado malo
hasta el lado no malo,
y viaja sin saber ¿por qué?

Baila al son de la vida, y la desgarra.

Sin saber que es la risa,
sin saber que es el amor,
sólo recibe órdenes del amo
y señor de la vida y la muerte.

Es ciego, no le importa si
es rico o pobre, blanco o negro,
pelirrojo o rubio, la lluvia es para
todo el universo.

Va en el día, tarde o noche,
lo peor del caso es que no
tiene horario, e inútilmente
vamos a la loca para que nos diga
una mentira bañado con
el teorema de Thomas.

Poema XXV.

¿Y si la lluvia me borrase?

Ay de mi estupidez y de mi
falta de creatividad, de mi
pronta juventud ¿por qué
nací tan tarde?

Tal vez debí escribir cuando
era espermatozoide, y publicar
cuando gateaba, y tal vez, pero
sólo tal vez, podría evitarme muchos problemas.

La tierra de las ilusiones ficticias
está siendo copada, y no hay
mucho de que crear, y mi estupidez,
tan ciega, escribe sobre lo que se escribió.

Para colmo de males, soy tan
mal escritor que de la risa muchos
morirán ante mis tragedias, y de mis
pocas comicidades todos llorarán.

¿Y si la lluvia me borrase?

No habría nacido, tal vez era mejor
que resignarme a quemar en mi mente
ideas seudo nuevas, pero muy trilladas,
y mi pesar en mi alma se carga.

¿Y si Dios me eliminase?
no he sido buena persona,
y mi peor acto, tal vez, el no
leer todo lo que se escribió,
para escribir lo que no se escribió.

Poema XXVI.

Llega el verano, y el mar se mueve…
las aguas bailan al son de los
movimientos el azar, y los infantes
son acariciados por las aguas.

El sol da bofetadas a quienes
creían verse tan mal con un
protector, y la arena se infiltra
en donde menos esperamos, cuando
menos lo esperamos.

Llega el otoño, el doctor de la
clorofila se esfuma, muchos soldados
caen, y se desnudan los árboles.

Brisa vuelve a nacer,
cree que necesitamos algo
de frío, y ataca a quienes pueden
y no pueden defenderse.

Llegó el invierno, no hay caricias
más frías y penetrantes, ni mayor
preocupación por los diminutos habitantes
que nos pueden mandar al cielo o infierno.

Nieve que no siempre cae, que mata,
que alegra, que da un tono de perfección
a la vida ¿es tan larga tu estadía en esta
zona de la tierra? no muchos te aman.

Llega la primavera, y renace lo que
feneció, y lo que es frío se evapora,
y lo que mata se hace invisible por
el momento

Llega el verano, y el mar se mueve…

Poema XXVII.

Son tantos los besos que me das
pena, crees que mientras más te
muevas podrás ser más feliz, ay de ti.

No es la familia más feliz
por los mil y un bailes
sobre el lecho y tener mil hijos.

O tener mil y un jaulas de oro,
darles comida de la mejor calidad
con brusquedad y falta de amor.

Te preguntas ¿qué es amor? ¿qué
puedo responderte? el amor no es
forzado, ni es planificado de antemano.

Amor no es la familia perfecta
ni la que fuga de una familia a otra,
ni la que abandona hijos.

Amor no es la que tiene un castillo
de naipes, repleto de mentiras, ni la que
llena sus problemas a una persona.

Amor no es fingir, ni creer que todo
es un monopolio, ni que las hijos están
hechos para ser soldados
o títeres de las órdenes.

Amor no es abusar de las debilidades
de tus hijos para destruir la armonía
familiar, ni insultarles, ni maltratar a
quien más te ama, la que dijo: sí, acepto.

Poema XXVIII.

Hay un mapa oculto
y es la noche quien lo
protege con mucho celo.

Nadie lo sabe por desgracia,
el alma del humano es muy
ciega y no se daría cuenta
de eso, lástima de los humanos.

Ah, no veo cual es el
paso por donde debo seguir
para obtener la felicidad.

¿Tal vez a través de los
valles de espinas y de los
mares de lamentos?

¿O tal vez a través de las
luces que siguen el sendero
de lo sencillo y lo misterioso?

¿O es que, de todos los
mitos más míticos, éste sea
el más estúpido?

Tercera parte: Bruma.

Poema XXIX.

Tengo un relato entre mis dedos,
tengo un relato encadenado,
tengo un relato que desea renacer.

Las bellas flores y las feas flores,
las bellas mujeres y las feas mujeres,
las buenas princesas y las malas princesas.

Todos desfilan, entre párrafos, hechos
de poca fiabilidad, que desencanta a los
críticos y que me gana la ira ajena.

Dicen que soy un asesino de lo bello,
dicen que soy un asesino de mis personajes,
dicen que soy… en fin, no tengo mucho tiempo.

Hay un relato que quiere ser contado,
un relato que no tiene palabras porque
perdí las palabras en el trayecto.

Poema XXX.

Una ridiculez el hecho de hacer
concursos sobre la belleza de la
mujer a nivel de la tierra si la más
hermosa se halla a mis pies.

La del anillo coqueto y la de
la dentadura cegadora, la carne
que se halla al sur de tu barbilla me
hace recordar los andes.

Con una sencilla complicidad,
y un beso entre mis labios, adiós le
decía a la infelicidad y a la ausencia
del placer y el amor.

Mientras mil estridentes violines
intentan acercarse a la perfección
de tu voz, aunque hiciesen mil composiciones
del italiano que vendió su alma, nada
calma los males como tu: aquí estoy.

Y si Átropos decidiese cortar
los hilos de alguno de nosotros,
lo mejor sería beber el jugo de
la vida por el tiempo que nos queda.

Poema XXXI.

Confusión.
Ilusión.
Escaso entendimiento.
Lazos.
Oscuros.

La lluvia muestra menos de lo
mucho que siempre vemos, las
nubes nos insultan por ciegos.

Tumba en nuestras cabezas las
cosas que giran alrededor de
lo fútil y lo importante.

Y deseamos mucho algo que
podría ser muy perjudicial para
la vida nuestra.

Hacemos amigos, o ese es el
remoquete que usan porque
casi siempre somos ciegos.

Y por las tierras, donde la caída
sería la última acción, cruzamos
entre mil y un tsunamis.

¿Alguien sabe que época
del humano es la anteriormente
descrita? a pensar.

Poema XXXII.

Himno a todo aquel que
se llama feliz y sea un
retrato de lo que vive.

Es un cocinero de la
vida humana, es hora de
ver los ingredientes, nos
falta mucho que aprender.

¿Qué se necesita?
¿una pizca de amor?
¿dos cucharadas de dolor?
¿medio litro de abandono?

¿Qué se necesita?
¿media taza de violación?
¿dos sacos de frialdad?
¿media tonelada de cariño?

Y si alguien es feliz,
que muestre la receta
para los desahuciados.

Poema XXXIII.

Quiero ser lo que fui antes
y no arrepentirme de ser
inmortal, aunque pobre y
sin amor en el ambiente.

Nunca morir y saber
lo que mis personajes
sienten, ver que la vida
no es una caricatura.

Ser inmortal y nunca más
ser adolescente, adulto
o anciano, así tenga que
decir adiós a ser padre.

Nunca más perder un
cuerpo débil y razones
para quejarme, saber lo
duro de una vida.

Saber lo que es trabajar
para comer en una sociedad
donde se firman pactos a
costa de inmunidad de la ley.

Y como la araña,
sigo tejiendo ficciones que
me desconsuelan luego
de acabar de leerlas.

Poema XXXIV.

Soy zurdo de nacimiento,
tengo la negra sombra
que enturbia la paz de los cucufatos.

Melindroso, infantil y algo
paidófilo sin golpear contra
ley, el de la mente zurda.

Mis terroríficas manos
destruyen todo lo que es
estúpido, antiguo, etiqueta,
todo lo mando a tierra del olvido.

Adiós a las risitas de las
visitas cuando el chascarrillo es
estúpido, a la hipocresía de los
melindrosos del pecado.

Soy el piloto kamikaze
que trata de impactarse
en la capital de los hipócritas,
los sin ética y sobornables.

Poema XXXV.

¿Qué tanto tendré que esperar
el día del sendero por el cual todos
estamos condenados a pasar?

Temeroso me siento de saber
que se siente morir ¿dolerá? tal
vez, no hay testigo que nos diga
como se siente.

Y mi maleta que haré para
llevar lo que se necesita… ese acto
es tan fútil como cargar agua
en un perol partido.

Tal vez sea el fuego, o el agua,
tal vez el destroce de mi carne,
tal vez desesperado, tal vez en un
pestañear y decir adiós.

Tal vez en la falsa muerte
o el dolor del corazón, o el
dolor del alma, o la desesperación,
o la lluvia de metales semi arqueados
con pólvora por ser bueno o muy malvado.

Y el llanto, acto de doble significado,
un egoísmo por parte del llorón, y al mismo
tiempo la tranquilidad del muertito,
ya que recibe la bendición de no más sufrir.

¿No más sufrir?
¿no más sufrir?
bello regalo de los cielos.

Poema XXXVI.

Niebla, que purificas mi existencia
¿Por qué has dejado tus pasos tan secos?

Se te venía recorrer los amplios acantilados do
Moría la tristeza
la miseria
y nacía
felicidad
esa tuya, propiedad privada.

Niebla, que (parafraseando a Jon
Anderson) testificas el cambio
Del tiempo junto al sol ¿Qué
Es tu alma tan glamorosa si ahora es tan glacial?

¿No eres la niebla que corroe mis llantos
Y los haces edén tan sólo soplando mi alma
Como cuando quieres tenerme?

Pues aún estoy sentado
Sobre la base de granito
Riéndome de tu anodina estructura,
Llamada vida.

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