domingo, 22 de noviembre de 2009

Poema: Oda.

Oda a que pueda oír,
a que puedo saber cuando se quiebran mis dientes,
a cuando me da bruxismo o repetir lalalalalalala tras el sonido que mata
las tristezas, o que entierra y cubre la imaginación.

Oda a la vida, a la grande.

Oda a los malos chascarrillos,
a la patineta escindida,
a los petrodólares y petroaudios,
a Bécquer,
a las castañuelas
y al ADN.

Oda al sinsentido,
a las paradojas,
a las dicotomías
a la patafísica,
a la pata de mi silla
y a mis pata,
pata de la pata del pato de la física patológica.

Oda a la violación sexual,
a la risa,
a la noche,
al dolor,
a la internet,
al árbol del conocimiento.
a Dios,
a Comunism-Anarquism-Nihilism,
a Luzbel,
a Oesed,
al desierto,
a los garrapatos del doctor que escribe esternocleidooccipitomastoideo,
o de las farmacéuticas que usan la mayéutica,
añeja y astillosa,
carente de puntillistas frases,
innovadoras y abrumadoramente desfasadas.

Oda a los licantropos,
a los tropos someros del entendimiento,
a Tlön, Orbis Tertius
y las tertulias preparadas por
Abel Guzmán Rospulgoso,
a Franco de Vita(e),
al afeminado de José,
del desierto do sus hermanos le vendieron al peor postor,
a los malos tiempos climáticos,
al orgullo pútrido,
que exalta la humanidad.

Pero sobre todo, a la putísima idea de que ser humano
es beber pisco y orina, masticar tierra y caviar,
cantar áfonas palabras en el mundo de la Reina H,
pero más fuerte que todo,
oda al niño que resolla en la gélida carretera,
seropositivo y de vestiduras "pauperrísimas".

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